Conoce la perspectiva de Sebastián García, músico y reciclador de Bahía Málaga, sobre el proceso de reciclaje de residuos plásticos, las limitantes de esta alternativa y el taller de Plástico Precioso Uramba.
“A veces llego a la playa y quisiera renunciar, dar media vuelta e irme. Es frustrante. Pero miro a los que están al lado mío, gente que ha venido hasta aquí desde todas partes del mundo, a hacer esto por pura voluntad y no puedo, imposible” es la reflexión que comparte Sebastián García, músico trompetista, cuando le pregunto cómo es levantarse diariamente a limpiar la basura que llega a estas playas. “Así que yo me quedo también”.
García es un manizalita de 34 años que llegó al corregimiento de Juanchaco, en el Valle del Cauca, en 2021 a tocar en un concierto en las fiestas populares de marimba y playa que se celebran tradicionalmente en octubre. Para Sebastián lo que sería una experiencia de un toque de fin de semana al lado del mar, se convirtió en una estadía de dos años que transformó por completo su vida.
Se quedó en Bahía Málaga por casualidades del destino, también por andar escuchando la vocecita susurrante de su alma aventurera, y porque la tarde que conoció a Sergio Pardo, fundador del proyecto Plástico Precioso Uramba, le compró sin pensarlo, la idea de montar un taller artesanal de reciclaje de materiales plásticos entre los corregimientos costeros de Juanchaco y Ladrilleros. Un territorio de difícil acceso, abundante en cultura y biodiversidad, donde solo es posible llegar en avión, helicóptero, lancha o barco para adentrarse entre las inmensidades de la selva, el océano y el manglar.

Playa La Barra, Bahía Málaga. Fotografía: Linda Lucía Ballestas Torres, @lindaluciabt
Esa mañana de enero, en fila india y con costales al hombro emprendimos la travesía del reciclaje científico. Esta sería la primera vez que se realizaría un muestreo en la zona de costa de Juanchaco, Ladrilleros y La Barra para reportar a una base de datos internacional sobre basura en zona costera. Dicha iniciativa científica pretende rastrear cuánta basura y de qué tipo se encuentra en las playas de arena con presencia en el océano pacífico en Latinoamérica; el programa es conocido como “Viajeros del Océano”, liderado por Científicos de la Basura de la Universidad Católica de Chile, quienes además de clasificar los tipos de basura presentes en la arena también estudian los posibles microorganismos que se adhieren a ella recorriendo largos viajes oceánicos.
Aunque el camino hacia el muestreo no era muy largo, la alta humedad y el calor mermaban la velocidad del paso del grupo. Un mototaxista que pasaba por allí nos reconoció con cariño, aunque nunca lo habíamos visto. Detuvo su moto y gritó — ¡En la buenaaaa, los recicladoreeeeesss! — entre risas y saludos, se tomó unos minutos para improvisar una rima a los nuevos integrantes y motivarnos a avanzar hacia la playa. Sin querer, en nuestras primeras horas de la mañana ya ostentábamos el título de recicladores de oficio; ahora faltaba ganárnoslo.
“Si se les llega a perder una chancla, se desembalan con otra que encuentren ahorita en la playa… ¡Hay un montón! Eso sí, el lío va a ser encontrar la del pie que necesitan o atinarle a la talla”, dijo Sebastián con una expresión de picardía tratando de romper el hielo mientras caminábamos en el terreno irregular acercándonos al punto donde llevaríamos a cabo el ejercicio científico.
Durante el camino, a García le es imposible no cantar, no inventar ritmos con las palmas, la boca o con cualquier objeto que encuentra. En últimas, es un músico en medio de la enigmática selva costera. Hoy, para suplir su alimentación y gastos básicos, se rebusca como técnico electricista con los conocimientos que aprendió en el SENA, arreglando neveras, cableados, televisores o cualquier sistema que pueda estar fallando, dado que sus labores como reciclador de plástico las hace ad honorem, es decir, sin pago alguno, aunque ellas ocupen la mayor parte de su esfuerzo y tiempo.
Durante los últimos años ha cambiado el clangor de su instrumento musical por el compás de las olas, que como una sinfonía incesante arrastra hasta la playa los desechos que las poblaciones han depositado en él, para luego volverlos a recoger en un abrazo mar adentro.
Para Sebastián los grandes conciertos se han interrumpido y han sido reemplazados por los sonidos de la naturaleza y los pequeños espectáculos que da mientras espera a los voluntarios en el muelle turístico de Buenaventura durante las jornadas de limpieza de playas que se programan durante todo el año con Plástico Precioso Uramba.
Durante la recolección, que se hace a pleno sol y juntando uno a uno los residuos, se debe tener en cuenta que sólo son útiles para el muestreo aquellos elementos considerados como macrobasura, es decir, todos los desechos que sean de un tamaño mayor a 2,5 cm. Se tratan de evitar los desperdicios que estén enterrados en la arena, los que tengan apariencia de contener un riesgo biológico como animales en descomposición o residuos sanitarios, no solo porque no son los que el muestreo específicamente busca estudiar sino también porque representan un riesgo para la salud de los voluntarios.

Jornada de muestreo de residuos plásticos en la Playa La Barra, Bahía Málaga. Fotografía: Johann Cuta Jiménez, @johann.cuta
Una vez los residuos terminan de ser recolectados y estudiados, los que no pueden ser reciclados en el taller artesanal se dejan en pequeño depósito de basura de la comunidad a la espera de que puedan ser trasladados a otro lugar en un vuelo de apoyo, una maniobra que los saque de Bahía Málaga utilizando un buque de la Armada Nacional o definitivamente sean quemados por la comunidad.
Los plásticos elegidos, son lavados para eliminar residuos y arena, siendo posteriormente clasificados según su tipo de material y color. Es allí donde la otra parte de la magia científica empieza a ocurrir.

Taller de reciclaje Plástico Precioso Uramba, Bahía Málaga. Fotografía: Johann Cuta Jiménez, @johann.cuta
El taller donde todo se transforma
Usando una mascarilla que perfectamente podría haber sido sacada de una película de ciencia ficción, dentro del taller de reciclaje, Sebastián porta un cubrebocas que le protege desde el tabique hasta la barbilla, con dos piezas cuadradas a lado y lado a modo de recámara donde reposan los filtros de aire. Porta este elemento porque los residuos serán triturados y sometidos a altas temperaturas, de modo que, pequeños fragmentos podrían generar lesiones. La primera etapa de transformación empieza con una explosión de colores, que por un momento nos hacen olvidar que estamos trabajando con basura.
Taller de reciclaje de Plástico Precioso Uramba, Bahía Málaga.
Fotografías: Johann Cuta Jiménez, @johann.cuta
Cuando estamos en el taller, Sebastián se convierte en el jefe de máquinas y operario reciclador; como el director de una orquesta pone en marcha la trituradora, la inyectora y la compresora, máquinas del taller que él mismo ayudó a ensamblar en Ladrilleros.
La información sobre cómo construir estas máquinas la obtuvo de Precious Plastic, la iniciativa holandesa que mediante datos abiertos y gratuitos enseña a personas de todas partes del mundo a ver el plástico como un material valioso y no como basura, socializando tutoriales, talleres y material educativo donde explican cómo armar estas máquinas para motivar la transformación de residuos en objetos útiles para las comunidades.
Las máquinas que transforman el plástico tienen capacidad de trabajar únicamente con materiales de polietileno y polipropileno, los cuales apenas corresponden respectivamente al 3 % y al 16 % de los residuos plásticos que son encontrados en Juanchaco. Elementos como el polietileno expandido y el PET, que se presentan con mayor abundancia en el territorio, no pueden ser tratados en el taller debido a la complejidad de su estructura molecular y gran tamaño.
Hasta el momento, la transformación se hace mediante máquinas que funcionan con red eléctrica, sin embargo, se proyecta a futuro que puedan funcionar con energía solar, sumando incluso máquinas de mayor desarrollo que permitan generar piezas tales como parales o vigas similares a las utilizadas en la producción de madera plástica.
Aunque durante todo el proceso intervienen factores físicos y químicos debido a que las moléculas del plástico (también conocidas como polímeros) son sometidos a altas temperaturas y presión, la producción de las piezas finales sigue siendo un método artesanal en el cual hace falta destreza para trabajar idealmente los materiales. Poca cantidad de plástico genera grietas y superficies rugosas en el producto final, así como elevar demasiado la temperatura de las planchas podría hacer que el plástico se queme generando un plástico de mala calidad que se fragmenta fácilmente, convirtiéndolo en un emisor de contaminación adicional.
El propósito de este taller no consiste en convertirse en una fábrica a gran escala que transforme todo los plásticos de la zona costera, pues Sebastián y Sergio saben que esta tarea propia del mito del Sísifo, donde pretender reciclar todo el plástico producido representaría un esfuerzo eterno, imposible e incesante. Sin embargo, construyeron este lugar para difundir un mensaje de conciencia ambiental en los ecosistemas marinocosteros, plantándole la cara al problema de producción poco eficiente de materiales plásticos de un solo uso y llamando la atención de comunidades costeras, científicos y entidades gubernamentales para encontrar juntos una posible solución.
Actualmente el taller de Plástico Precioso Uramba posee una nueva máquina para hacer láminas de mayor tamaño con residuos plásticos, un molde que permite mediante presión y temperatura obtener piezas que Sergio quiere transformar en descansa brazos con sus respectivos asientos y respaldos para construir pupitres que voluntarios de todas partes del mundo deseen aportar a los colegios de la comunidad mediante donaciones;"la idea es elaborar estos pupitres con material plástico reciclado que salga de esta misma comunidad, esa sería una nueva forma de ayudar a suplir otras necesidades. Incluso pensamos hacer nuevos elementos como señales y avisos que sirvan para usar dentro de la comunidad. Por eso es que el plástico es precioso, si se sabe usar bien", indicó Pardo.
Cuando las máquinas se encienden, el corazón de Sebastián empieza a trabajar con energía musical capaz de enamorar a visitantes de todo el mundo de la tarea del reciclaje y suscitar los efectos de su tan anhelado “efecto pulpo” para conseguir una contribución social en masa a la problemática del plástico.
Las limitantes del reciclaje del plástico
Durante las últimas décadas nos han enseñado con mayor ímpetu la importancia de la separación de residuos y los diversos métodos de reciclaje que podemos adoptar en nuestra vida diaria para gestionar con algo de responsabilidad el plástico que generamos en nuestros hogares. Pese a años de sensibilización la tarea no solo parece quedarse corta porque según la Procuraduría General de la Nación, en Colombia el 93 % de los plásticos de un solo uso no se reciclan, sino que también a la larga, parece una opción inútil como solución definitiva para atender la contaminación por este material.
Manuel Velandia, gerente de ciencias de la Fundación MARVIVA, explica que el plástico no se puede reciclar indefinidamente y que en realidad el reciclaje es como un paliativo que solo pospone el momento en el que los residuos terminarán por convertirse en un desecho final.
Por tal motivo, la fundación ha liderado campañas enfocadas a decirle definitivamente Chao al Plástico Desechable buscando generar conciencia en las comunidades y establecimientos comerciales para reducir la demanda de este tipo de elementos, incluso si se trata de opciones biodegradables, oxobiodegradables o compostables.
"Estas opciones serían ideales si realmente la degradación del plástico se hiciera de manera total y rápida. Sin embargo, las opciones que conocemos hasta el momento contemplan la destrucción del material en partículas muy pequeñas bajo condiciones demasiado específicas y eso no es una solución real" indicó Luisa Espinosa, bióloga, Ph.D en Oceanografía y coordinadora de Programa de Investigación en calidad Ambiental Marina del INVEMAR, "de hecho es un problema mayor, porque generan microplásticos que no se pueden recoger usando una malla o una gran red sobre el océano, no funciona así", concluyó.